viernes, 7 de marzo de 2014

Los grandes errores de God of War y las películas basadas en la mitología

God of War, uno de los videojuegos más famosos de PlayStation, fue lanzado al mercado un ya lejano 22 de marzo de 2005. El juego, que narra la trágica y sangrienta historia de Kratos, héroe espartano al servicio de los dioses del Olimpo, resultó un verdadero éxito desde el momento de su lanzamiento, por lo que el estudio Santa Mónica se puso manos a la obra inmediatamente para dar vida a una secuela. Así, en 2007, Sony Computer Entertainment presentó God of War II, que cosechó un éxito aún mayor que el de su predecesor y demostró que la saga God of War tenía un brillante futuro por delante. Tras God of War II llegaron distintas precuelas como God of War: Betrayal, God of War: Chains of Olympus, God of War: Ghost of Sparta y el reciente God of War: Ascension, además del espectacular desenlace de la serie de videojuegos, God of War III.

Portada original de God of War
para PlayStation 2.

Uno de los mayores atractivos de la saga God of War, junto con su intuitivo sistema de jugabilidad, la sorprendente calidad del apartado gráfico y la emotividad de su banda sonora, fue sin duda la grandeza de su argumento, unida estrechamente a la colorida temática mitológica de cada una de sus entregas. Según sus desarrolladores, el objetivo de God of War era emular las épicas historias narradas por las películas más famosas del género péplum, como Jasón y los Argonautas (1963) o Furia de titanes (1981). Así pues, personajes como los dioses olímpicos, la terrorífica Medusa y otros elementos inolvidables de la mitología griega que han aparecido hasta la fecha en tantas historias de Hollywood constituyeron un ingrediente más que necesario en la construcción de las aventuras de Kratos. No obstante, a pesar de que God of War triunfó en su propósito de narrar una historia tan grande y épica como la mayor de las epopeyas griegas, la saga de videojuegos ha resultado estar plagada de pequeñas (y a veces enormes) incoherencias históricas y mitológicas. En esto, por lo tanto, también emula a las películas en las que se inspiraron los creadores del fantasma de Esparta, ya que el rigor histórico y mitológico nunca ha sido el fuerte del cine.

Portada de Jasón y los Argonautas, 
dirigida por Don Chaffey.

Por regla general, en la literatura de la Antigüedad, las increíbles historias de la mitología griega parecen transcurrir en un pasado remoto y fantástico, situado más allá de cualquier periodo histórico verídico. Sin embargo, a pesar de la ambigüedad y los anacronismos que gobiernan los mitos griegos, éstos pueden emplazarse sin lugar a dudas en un contexto histórico muy concreto: el periodo de la Grecia micénica, una civilización varios siglos anterior y muy diferente a la Grecia clásica conocida por todos. En esta Grecia micénica no existían aún los famosos iconos de “lo griego” fácilmente identificables hoy en día, como, por ejemplo, los cascos corintios con su flamante penacho en forma de cepillo, los escudos circulares sostenidos con firmeza por los 300 espartanos durante la batalla de las Termópilas o los enormes templos de columnas de mármol y frontón triangular como el Partenón de Atenas. Tampoco se usaba en esa época el alfabeto griego que hoy en día se estudia en los institutos, pues los micénicos no hablaban ni escribían exactamente la misma lengua que sus lejanos descendientes, los griegos de la Antigüedad Clásica. Es decir, de haber existido Hércules, el héroe más famoso de la mitología griega, éste en nada se parecería al típico soldado hoplita armado con lanza y escudo con una letra griega que a todos nos viene a la mente al pensar en un “griego antiguo”. Para entendernos, del mismo modo que para nosotros las historias de vikingos o romanos presentan el encanto de una época remota y pasada muy distinta de la nuestra, la época que describía la mitología griega les parecía a su vez antigua y remota a los propios griegos del periodo clásico.  

Aspecto aproximado del auténtico armamento de 
los guerreros micénicos. Sus escudos solían tener 
forma de reloj de arena, mientras que algunos de sus 
cascos llevaban los cuernos que, ya que nos ponemos 
a despotricar, los vikingos jamás llevaron
 salvo en contadas excepciones. 

God of War participa del mismo error que las demás películas y videojuegos ambientados en el mundo de la mitología griega: mete en un mismo saco la Grecia clásica y la micénica, situando en una misma e imposible época, por ejemplo, a Perseo y al famoso rey Leónidas, entre los cuales transcurrieron al menos mil años, si no más, según la mitología griega. Otro error atribuible a la saga de God of War es la equivocada representación de dioses y titanes en cada una de sus entregas. En primer lugar, quizás debido a la cultura popular, el gran Zeus es retratado como un anciano de barba blanca y voz áspera. En la mitología griega, sin embargo, Zeus no era imaginado como un simple anciano, sino como un formidable rey guerrero de mediana edad, con unas cejas y un cabello oscuros y una voz atronadora. Del mismo modo, el dios del inframundo, Hades, es comúnmente representado como un ser monstruoso y demoniaco, pues, tratándose del rey del infierno, ¿qué otro aspecto podría tener? En la mitología griega, no obstante, Hades era tan humano y apuesto como el propio Zeus, ya que, aunque gobernaba el reino de los muertos y comandaba a los dioses de las tinieblas, no formaba parte de su siniestra familia, sino que procedía del resplandeciente linaje de los dioses olímpicos. De hecho, se le solía llamar el “Zeus de abajo”.

Zeus, joven y con el pelo negro, 
en una cerámica del siglo V a.C.

Tampoco eran monstruosos (ni tenían un tamaño gigantesco) los poderosos titanes, quienes pertenecían a la misma raza de seres inmortales que los dioses del Olimpo. De hecho, la palabra “titán” designa simplemente a cualquier dios de la generación de Cronos, y no a un tipo diferente de criatura. Fueron poetas como Ovidio quienes confundieron la apariencia de los titanes con la de los monstruosos gigantes en sus obras, legándonos el adjetivo “titánico” como equívoco sinónimo de “gigantesco”. Tampoco la diosa Gea tenía apariencia de gigante como en God of War, pues ni siquiera era un titán, sino el propio planeta Tierra, dotado de vida y consciencia al igual que su consorte Urano, el cielo. Se puede encontrar también en la saga de God of War otra grave confusión similar a la de los titanes y los gigantes: en God of War III, el Caos es presentado como el desorden violento e incontrolable de los elementos de la naturaleza. Sin embargo, el Caos en la mitología griega es de hecho la nada, el vacío primordial en el que aún no existían ni siquiera la tierra y el cielo. Sería, de nuevo, mucho más tarde cuando los autores de la Antigüedad comenzaran a asociar la noción de caos al desorden.

Otro error nacido sin duda de la falta de documentación por parte de los desarrolladores, y puede que esto decepcione a los fans del aspecto más gore de la saga, es que los dioses carecían de sangre, debido a que no se alimentaban de comida terrenal, sino de néctar y ambrosía, alimentos mucho más sutiles y dignos de los inmortales. En vez de sangre, por lo tanto, corría por sus venas un icor o fluido transparente y cristalino. Así pues, los incontables litros de sangre divina derramada por el cabreado Kratos son, en realidad, un gran error (cabe el consuelo de pensar que, según algún autor que otro, los dioses sí que poseían glóbulos rojos).

Como último apunte, entrando de nuevo en el terreno de la historia más que en el de la mitología, la arquitectura mostrada tanto en películas como en la saga de God of War presenta a menudo muchos más elementos pertenecientes a la arquitectura romana que a la griega, ya que los griegos no solían utilizar arcos ni bóvedas en sus construcciones sino simple arquitrabe y, que se sepa, tampoco usaban cristal o vidrio para ventanas o vidrieras.

Copia romana de un busto de Hades 
del siglo V a.C. Sin cuernos ni fuego.

Teniendo todo esto en cuenta, y obviando las licencias artísticas de los desarrolladores y errores menores como, por ejemplo, el cabello negro de “la rubia Perséfone” y un Teseo de mayor edad que Perseo (el cual es, de hecho, su lejano antepasado) resulta evidente que la saga de God of War aprueba el apartado mitológico con un suficiente más bien raspadito. No obstante, a pesar de sus abundantes incongruencias y anacronismos, de algún modo, la historia de God of War posee un encanto lo suficientemente grande como para hacernos olvidar de buena gana todos estos detalles y sumergirnos durante horas en un agradable y aparentemente consistente universo de fantasía. Después de todo, los propios mitos presentan a menudo numerosas contradicciones entre ellos. Pero eso sí, sería de agradecer que, en un futuro, y para variar, cualquier historia basada en la mitología griega respetara un poco más los auténticos mitos y no se basara, como siempre, en estereotipos y concepciones erróneas. La Wikipedia está al alcance de todos.

1 comentario:

  1. Woooow! Sigue escribiendo así y enhorabuena por el post!! Me encanta!!

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